Ken Robinson, uno de los mayores expertos contemporáneos en educación, afirmaba en 2006 que la escuela mata la creatividad. Frase que, a día de hoy, sigue siendo motivo de controversia. Y es que el hecho de enseñar a alguien a ser creativo en un aula entre cuatro paredes podría parecer complicado per se, y ahora la tarea se torna más enrevesada con las trabas que el coronavirus le está poniendo a la enseñanza en general.La escuela como institución donde aprender se está sustituyendo por un ordenador desde casa
La escuela como una institución a la que los jóvenes acuden, se sientan en sus pupitres y escuchan a un profesor que escribe en la pizarra, se está viendo sustituida por pantallas de ordenador desde casa y a través de las cuales, en ocasiones, los profesores ni ven la cara de sus alumnos. Así, las características lluvias de ideas – brainstorming- en las que profesores y alumnos compartían opiniones y creaban proyectos juntos, parecen verse sustituidas en esta nueva normalidad por una lista de conceptos en un documento colaborativo.
Ante este contexto, nos preguntamos:
¿El coronavirus ha confirmado la teoría de Robinson? ¿Cómo está afectando el coronavirus a la enseñanza de la creatividad? Si es que la creatividad, en algún caso, se puede enseñar, porque ¿se trata de una disciplina más o es algo innato que no se puede aprender?
Vamos a dar respuesta a estas preguntas de la mano de algunos expertos en el cruce donde se encuentran creatividad + educación.
La creatividad como algo inherente al ser humano
El hecho de que la creatividad es algo natural e innato en el ser humano, y lo que se hace en la escuela es fomentarla, parece ser una idea común entre muchos expertos. Mauro Suárez, el CEO y Cofundador de la Escuela de Creativos Brother, apuesta por que la creatividad es algo inherente al hombre, que es “el único animal que posee de cierta forma un don desarrollado y desarrollable”. Lo mismo opina Álex Pallete, Fundador&Chief Strategy Officer de Picnic, quien defiende que la creatividad es algo “natural” en el ser humano y, por lo tanto, desde las escuelas los profesionales de la educación sí pueden “destaparla y despertarla” en los alumnos.
Siguiendo esta línea, la creatividad se perfila como una destreza que los profesores pueden inculcar y fomentar, pero que no se puede enseñar de cero porque toda persona cuenta con unas aptitudes creativas básicas, dado que los pensamientos personales en sí mismos ya son algo creativo. “Todo el pensamiento que tenemos es único. La creatividad es un proceso en el cual interviene cada persona, pero se puede aprender con metodología, constancia y con práctica”, declara Ángel Bartolomé, Profesor de Creatividad en la Universidad CEU San Pablo.